Esta semana, hemos querido recoger
una lista de ayuda para que los padres no pasen buena parte de la tarde
haciendo con sus hijos los deberes del colegio.
1.- Un sitio fijo para hacer los deberes: no, no se trata de que todos
tengamos la suerte de poder sentarnos en una biblioteca preciosa donde los
niños, rodeados de un ambiente académico, se pongan a hacer los deberes. Pero,
teniendo en cuenta el tamaño medio de las casas, basta que tengan un sitio fijo
donde hacerlos. Puede ser una mesa de la cocina convenientemente despejada, o
un escritorio en su dormitorio o la mesa del salón. Pero siempre el mismo
sitio, con lo que precisen y que se encarguen ellos de saber qué es. Que no
seamos los padres los que vaciemos las mochilas buscando qué deberes tienen.
2.- Rutina: Lo mismo que con el sitio, los niños deben saber que hay
una hora fija para poder hacer los deberes. Que no es cuando les apetezca,
cuando se acuerden, cuando sea. Que sepan, por ejemplo, que después de merendar
al llegar del cole es un buen momento. En su sitio, a su hora y en un ambiente
de relativa tranquilidad. Eso no quiere decir que se imponga el silencio, pero
sí parece razonable que no esté encendida la televisión o una radio a todo
volumen. Ellos tienen que notar que es un momento importante de concentración.
3.- No empezar por lo más difícil. El ejercicio mental es como el
físico, requiere cierto calentamiento. Así conviene no empezar por el reto más
duro.
4.- Aprovechar para enseñarles a ser autónomos y amar el conocimiento.
Una tarde de deberes puede ser el momento precioso en el que los padres le
expliquen a sus hijos cómo se buscan palabras en el diccionario familiar. O se
puede aprovechar para contarles algo más del tema que están tratando. Que
aprecien que es un momento dedicado a aprender y lo que eso significa: el mundo
se irá abriendo delante de sus ojos de distintas maneras, dependiendo de todo
lo que vayan descubriendo.
5.- No abusar de los grupos de whatsapp de padres. Está bien poder
consultar en un momento dado si alguien se ha llevado la chaqueta o el libro de
nuestros hijos o ponernos de acuerdo sobre un regalo de cumpleaños, pero no
pueden convertirse en las agendas de los niños o en una cooperativa de
soluciones a los problemas de toda la clase. Lo del trabajo colaborativo
absoluto está bien para más adelante y sin sus padres de intermediarios.
6.- No quejarse delante de los niños. Sí, puede que algunos deberes
sean absurdos, que haya profesores que no parezca que tengan en cuenta nuestros
deseos de no ayudar a los hijos pero conviene que esas conversaciones las
tengamos lejos de los niños. Esa es justo la manera en la que se socava la
autoridad del profesor. ¿Con qué actitud irán nuestros hijos a clase si nos han
escuchado meternos con sus profesores?
7.- Usa los incentivos. En un mundo ideal, lo suyo es que los niños
hagan los deberes porque aprecien que es bueno para su aprendizaje. Pero no
siempre ocurre. Influyen muchas variables y puede ser que, para algunos,
funcionen los incentivos o los castigos. No hay media hora de dibujos si no se
hacen los deberes. No se toca el ordenador si no se hacen. El fin de semana se
podrán tomar un refresco. O unas pocas chuches. Lo que se quiera que sea
razonable.
8.- Ellos solos: Es una conversación recurrente entre los padres de hoy
en día: ¿A que nuestros padres no nos ayudaban tanto? Y es que no debemos
ayudar. Puede ser que haya profesores que manden deberes que precisen de la
colaboración de los padres, pero no debería ser la norma. Los deberes están
hechos para repasar lo que han aprendido en el colegio. Para que, por su
cuenta, investiguen sobre países, animales, etc. ¿Qué conseguimos ayudándoles?
Esa es la pregunta a la que debemos contestar antes de sentarnos con ellos.
Pero que sepan que estamos ahí por si tienen una duda.
9.- La amenaza suprema. Si todo ha fallado, si los niños no quieren, se
empeñan en que no, entonces, conviene
poner cara muy seria, todo muy calmado mejor que gritos y decir: “No pasa nada.
Ahora mismo escribo una nota y le digo al profesor que no quieres hacer los
deberes”. Suele funcionar. Pero es un arma de la que no conviene abusar, es
último recurso total.
10.- Todos estos consejos se pueden
resumir en lo siguiente: rutina, calma,
sitio fijo, autonomía y transmitirles que los deberes son importantes porque
ayudan a aprender. Sí, para la intimidad de los padres dejamos todo lo
demás: que si son demasiados, que si el profesor no se lo ha trabajado, que si
tenemos en España más deberes que en otros países a los que les luce mejor el
pelo en PISA.
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